jueves, 13 de noviembre de 2008

MIEDO

Miedo

Se habían reído un poco de él. No mucho pero sí lo suficiente como para que una mente perspicaz como la suya se diera cuenta. No era el primero al que le temblaban las manos o la voz, pero este chico parecía la viva imagen de la muerte cuando empezó a hablar y sin querer se le escapó aquella tontería: “Señores y señoras”. Los del Tribunal sonrieron y él se dio cuenta de que había hecho el ridículo. A partir de ahí ya no supo lo que decía, y eso que los temas que le habían tocado en suerte eran fáciles y los dominaba. Pero ellos habían sonreído y después sus palabras habían perdido el sentido, el orden, la coherencia y la seguridad. Afuera esperaban su padre, que fue Notario con seis años menos de los que él tenía ahora y su novia de toda la vida.
Cuando supieron que los temas que le habían salido eran fáciles y los dominaba se miraron complacidos y aliviados. Su padre le dio un abrazo y dijo: “Venga hijo, vamos a tomar un café hasta que los del Tribunal saquen las notas”.
Dejándose llevar de la mano por su novia, salió a la calle deseando vivamente que les atropellara a los tres un autobús.

1 comentario:

Marcelo dijo...

Eso es el miedo Magistrada. Cuando no acompaña el pulso o la voz, pero tener un poco de margen todavía para advertir que estás en el Titanic...
Excelente!
Me alegro mucho que hayas regresado. He venido aquí como si fuera a misa los domingos, y nada. Hasta que volviste y te despachaste con varias entradas casi al mismo tiempo!
Un saludo
Marcelo
PD: Me gustó mucho la coincidencia notarial.