miércoles, 17 de febrero de 2010




Un amigo me pide mi opinión sobre el asunto Garzón.

Respecto del Juez Garzón lo cierto es que no soy experta en derecho penal y, por tanto, mi opinión no es más que la de un "outsider" pero, ya que me la pides, ahí va:

Uno de los dos procesos que se habían iniciado contra él ha sido archivado esta tarde; era el referido a la financiación
por el Banco de Santander de unos seminarios que había dirigido en Nueva York.

El otro asunto es más complicado y se refiere, como sabes, a la instrucción (recopilación de pruebas) de los crímenes franquistas.
Garzón abrió la instrucción por unas denuncias de asociaciones de defensa de la memoria histórica lo que dio lugar
a dos problemas jurídicos:

El primero tiene que ver con la competencia para hacer la investigación pues parece que hay consenso acerca de que
debería haberse inhibido a favor de los Juzgados de los lugares donde presuntamente se cometieron y, aunque
al final lo hizo, le acusan de haber retenido el caso más tiempo del debido y, además,
de haber pedido pruebas y documentos aún sabiendo que tendría que inhibirse (entre otras cosas pidió la partida de defunción de Franco).

El segundo problema es más profundo y se refiere a los límites del juez para investigar los supuestos crímenes tras
la Ley de Amnistía que se dictó en la transición y de acuerdo con la cual los delitos relacionados con la guerra civil no podrían volver a ser investigados.
En este sentido acusan a Garzón de haber obviado los efectos de esta ley "a sabiendas".

Las dos conductas de Garzón suponen, para los querellantes (que no son otros que Falange Española! y Manos Limpias), un delito
de prevaricación que es "dictar una resolución injusta a sabiendas", es decir, que Garzón habría estado instruyendo
el proceso penal en contra de la ley y de forma consciente. El auto del Supremo ha admitido la querella y aunque ello no
presupone que finalmente le condenen, lo cierto es que abre una importante sospecha en tal sentido y ha provocado las iras de
muchos dentro y fuera de España.

La defensa de Garzón se articula, por él y por quienes le apoyan, en que los crímenes investigados exceden de la ley de Amnistía
porque son delitos de genocidio o "contra la humanidad" y por tanto, como lo de Chile, Argentina etc., no estarían sujetos
a las leyes de amnistía, punto final o como quiera que se llamen en cada sitio. Este criterio es mantenido por muchos juristas y
parte de la base de que la idea de "jurisdicción nacional" y la de la posibilidad de poner "punto final" debe superarse
para los casos de delitos de genocidio o contra la humanidad o los derechos humanos
de forma que, ocurran donde ocurran y digan lo que digan las leyes internas de amnistía, perdón, reconciliación
o punto final, deben ser investigados y dar lugar a exigir a los culpables las responsabilidades que procedan, siempre,
claro está, de que aún vivan.

Bien, mi opinión personal es que el punto de vista de Garzón es interesante y digno de consideración porque es cierto que en
un mundo que está globalizado en casi todas sus facetas, no tiene sentido que el derecho penal permanezca como
un reducto inviolable y exclusivo para juzgar cualquier tipo de delito y, eventualmente, para amnistiarlo o perdonarlo.
Por desgracia el siglo XX y lo que va del XXI nos enseñan que hay crímenes que exceden cualquier frontera territorial o temporal
y, como tal, deben ser juzgados con amplitud de miras y a través de tribunales internos o internacionales.
Sin embargo lo cierto es que, hoy por hoy, los límites de la jurisdicción están bastante claros y
por lo general, no permiten una interpretación tan extensiva como la que hace Garzón. Ahora bien, de ahí a considerar
que es un delincuente va un enorme trecho que creo que no se debe traspasar. Si un juez se equivoca o excede en sus planteamientos,
puede ser corregido por medio de los recursos que procedan frente a sus resoluciones pero admitir una querella contra él puede
resultar una forma de represión muy peligrosa y un inadmisible límite a la libertad del juez y, en definitiva, a
una interpretación del derecho más acorde con la defensa de los seres humanos.

Además de todo lo anterior, en los mentideros judiciales se dice que la personalidad del propio Garzón puede haber
tenido algo que ver en la admisión de la querella contra él por parte del Supremo y, en este sentido, que Garzón estaba
llevando demasiado lejos su "misión" salvadora de la humanidad. Los más contrarios incluso opinan que había que pararle los pies.
Los maledicentes dicen que es una guerra de "egos" entre los magistrados del Supremo, y en especial Varela y Margarita Robles,
gestada a raíz de su abandono del PSOE. Y los que gozan de más dotada imaginación sugieren que el Gobierno
apoya a Garzón porque tiene miedo de que revele algunos "secretos" que tiene en su poder sobre la lucha antiterrorista
y otras materias "sensibles" políticamente que podrían costarle muy caro a ZP, Rublacaba y demás.

Como ves el asunto puede, y debe, abordarse desde muy diversas perspectivas pero sea cual sea la opinión de cada uno creo
que no puede negarse que el derecho, como todo, avanza a través de la heterodoxia de algunos que se atreven a plantear y a revisar
posturas tradicionales en aras a mejorar la convivencia. Quizá soy una ingenua que todavía cree en la justicia,
pero confío en que el Supremo hará bien su trabajo. Habrá que esperar.