miércoles, 9 de abril de 2008


Queridos Júbilo matinal y allegados:
Ni siquiera bajo la más cruel de las torturas revelaré la forma en que llegué a tu blog. Digamos que fue antes de un otoño. Desde entonces he disfrutado mucho leyendo no sólo lo que tu escribes sino también lo de tus amiguetes, en especial Dani Maggio, Cigarra (¿tu hermana Josefina?), Miroslav. Lo malo es que trabajo mucho menos de lo que debiera por vuestra culpa y, claro, el Inspector del Consejo General del Poder Judicial no va a considerar como atenuante del inevitable descenso de mi ritmo productivo de sentencias la alegación de que lo hago para purificar mi contaminado espíritu de rata de juzgado a través de la lectura de algo diferente a los habituales “considerandos”, “suplicos” y “otrosíes”. Estoy dispuesta a aceptar el castigo que me imponga, incluso aunque sea carcelario, siempre que me permita tener un ordenador con acceso a internet. Ahora que lo pienso bien, si no fuera por lo que pegan las presas grandes a las pequeñas en Yeserías, no me importaría pasar una temporadita a la sombra con mi ratón (sí, el de Susanita, que ahora además de comer bolitas de anís me conecta con el mundo).

No me he atrevido a escribir hasta que he leído el post sobre tu declaración testifical. Ahí ya no me he podido resistir y, a pesar del complejo de inferioridad que me causa vuestro alto nivel literario, he cometido la tontería de prometer que os contaría cosas desde el otro lado del estrado.Como todavía mi desfachatez no ha llegado a tanto como para escribir mis vivencias (vaya palabreja) con la toga y puesto que las de la bayeta son igualitas que las vuestras, empezaré por unos “obiter dicta”.

Primero: Ayer escribí una horrible prueba de autor en el blog que ya he tenido la decencia de borrar.

Segundo: Habida cuenta de mi proverbial auto-sub-estimación (esta palabreja ya es la repanocha), nada más crear el blog he empezado a odiar el titulito y el nombrecito así que me propongo buscar otros un poco más, ¿cómo diría yo?, apropiados (seguro que me saldrán pedantuelos).

Tercero: El corrector automático de Word que tiene el ordenador del Juzgado cambia la palabra magistrada por magistrado TODAS LAS VECES y no puedo arreglarlo porque el administrador del sistema esta blindado, lo cual me resulta muy, pero que muy, sospechoso. En vista de eso a partir de ahora el listillo ese va a pasar a ser “la correctora” de Word porque, si nos ponemos reivindicativos, no sé porqué no se puede decir la ratona, la servidora de internet (que no soy yo), la administradora de sistemas (que debe ser un tía repelente) etc.
Y uno más. Una duda trascendental me ha venido corroyendo desde mis primeras sentencias, y que seguro que alguien me la aclarará y que es si, en el encabezado de una sentencia, después de la fórmula “….tras haber visto los presentes autos”, debe decirse “en que han sido parte Fulano y Mengano” o “en que han sido partes Zutano y no sé quién era el otro”. Me imagino que hay que distinguir entre “tomar” parte en un proceso y “ser” parte interesada, incluso a veces con sus propias partes (chiste malo, perdón). O sea que como dice la parte contratante de la primera parte me estoy liando un poco, pero es lo que tiene estar todo el día entre abogados.

Por hoy ya está bien. Sólo un chascarrillo judicial auténtico, cosecha del 2003. El Agente Judicial da la voz de audiencia pública, entra en la sala un grupo de gente. La Magistrada pregunta:

- ¿Son ustedes los actores?
Y uno, extrañado, contesta:
- No señora, nosotros somos ferroviarios.

S.R.C.

4 comentarios:

Júbilo Matinal dijo...

¡Glup! No sabía que, además de un comentario en mi blog, este texto fuera una entrada en el tuyo. Te he contestado allí. A mí me gustaba también tu primera y efímera entrada. Bien hallada otra vez, magistrada querida, y bienvenida a la blogosfera. En mi blog te he indicado cómo escribirme. Hazlo, please. (Bueno, si quieres, claro.) Besos mil.

Cigarra dijo...

No te preocupes, Magistrada y Madre, que no te vamos a aplicar tortura para que confieses, porque, como sabrás por tu profesión (espero que ya estéis enterados) la tortura se ha abolido hace poco en occidente (unos cientos de años es poco a escala cósmica) (Mi enfermizo optimismo no me impide ser consciente de que se sigue aplicando en casi todo el resto del mundo)
Me sigue corroyendo la curiosidad de saber quien eres, ya que sabes quién soy yo, porque por más que miro tu foto, sales tan pequeñita que no caigo. Ni quién es el señor del sombrero, pero ese me importa menos, porque me parece un poco tieso. Pero en fin, ya que te has manifestado, no te retraigas, que estos coloquios blogueros se han convertido en la sal de mi vida. Así cuando me echen a mi también del trabajo, nos consolaremos mutuamente.
Como dice el chiquitín, bienvenida a la blogsfera.

Vanbrugh dijo...

El señor del sombrero, Cigarra, es Fernando Pessoa, sentado en su mesita de A Brasileira, en el corazón del Chiado lisboeta. A ese, por lo menos, sí tenías que haberlo reconocido.

Miroslav Panciutti dijo...

Pues yo también leí tu post primero y opino que eres rea de infanticidio, sin que quepa admitir atenuante ninguno, y mucho menos esa pretendida falta de calidad o pamplinas por el estilo. En todo caso, como comenté al post de Júbilo, pienso que una magistrada con bayetas ha de resultar tremendamente enriquecedora, así que te animo a que, con corrector Word o sin él, te desahogues sin freno por estos parajes.

He de decirte, por cierto, que seguramente a causa de alguna disfunción neuronal que debe aquejarme, más de una vez he disfrutado con la lectura de sentencias que logran expresar acertadamente (literariamente) un proceso de razonamiento. Cierto es que mi experiencia en ese campo se limita a una rama muy acotada del Derecho (la que colinda con mi ejercicio profesional) y no menos cierto también que he encontrado tales perlas entre muchas otras que eran deleznables (pero eso ocurre en todas las cosas). Digo esto para reivindicar (aunque ya lo sabes) que ese lenguaje habitual que citas, y sin renunciar a los modismos obligados de tu oficio, no es incompatible con la calidad.

Y fíjate, además, si me interesa eso de las sentencias que ando en estos días tratando de descifrar una en latín promulgada hace casi setenta años por magistrados eclesiásticos en una capital provinciana de la Italia meridional. Menos mal que tú no has redactarlas en esa lengua, ¿verdad?

Ea, nada más. Salvo insistir en que le eches esa desfachatez a la que aludes (tampoco hace falta tanta) y te pongas a contar tus vivencias.

PS: ¿Por qué no le quitas a este blog la puñetera verificación de palabra? Un beso.