domingo, 6 de mayo de 2012

EL PRIMER POBLADOR


EL PRIMER POBLADOR DE ESPAÑARA Tibro de historia tamboriñas, civerencia y saludo al rey de partes de Jescuristo, y se ignora en queun carro

(Agradezco a mi amigo Vanbrugh su evocadora y reconfortante entrada sobre sus libros, que me ha recordado que una vez tuve un blog y me ha animado a escribir esta entrada sobre mis más viejos y queridos libros, con la esperanza de que alguno de mis hijos la lea y se apiade de ellos cuando llegue la hora de la quema)



Susana vivía con sus padres y un hermano pequeño en un oscuro segundo piso de la calle Amaniel. Había sido admitida en la escuela de las Comendadoras de Santiago después de que su padre, Faustino, hubiera prestado a las monjas todo tipo de pequeños servicios y realizado para ellas multitud de componendas al amparo de su uniforme de guardia municipal. Las monjas consideraron provechoso tener de su lado a un representante de autoridad que vivía a la vuelta del convento y era respetado por el vecindario, y como la niña era guapa y modosa y sabía ya leer y coser, permitieron que entrara como alumna de caridad unas semanas antes de la visita de Alfonso XIII y la prepararon para que hiciera la reverencia y saludo al rey en nombre del resto de niñas pobres, olvidando el inconveniente de que su madre fuera peinadora a domicilio, oficio ligeramente sospechoso a los ojos de la superiora quien pensaba que lucir una hermosa cabellera era casi un pecado mortal sólo cometido por mejores de dudosa reputación. En todo caso, la estricta separación entre las hijas de los Caballeros de Santiago y de otras familias nobles que se educaban en el convento y las niñas del barrio que integraban la escuelita  benéfica daba a las monjas una cierta libertad para admitir entre sus cuatro paredones a quien les daba la gana y más les convenía.
Un año después, a la vista de su aprovechamiento en las lecciones de historia sagrada y de su aplicación en la lectura de vidas de santos, consideraron las monjas que Susana podía dar un paso más en su formación, superando al resto de las niñas, y sugirieron a su padre que comparara para ella el libro de Historia de España de Saturnino Calleja. Antonia, la madre, no veía con buenos ojos el gasto que el libro suponía para la apretada economía doméstica pero Faustino la convenció con los argumentos de que la niña tenía maneras y porte de señorita y necesitaba una buena educación para aspirar a un matrimonio conveniente y que, en todo caso, el libro habría de servir para la instrucción de su hermano pequeño, el único de los tres varones que había sobrevivido a la difteria y que, como Susana, parecía haber nacido con el don de entender y disfrutar la palabra escrita.
     Tres semanas antes de cumplir los doce años, Susana recibió de manos de su padre el libro de historia, comprado en la librería de Juan Herrera de la calle San Bernardo. En el dorso de la portada escribió, con tanto orgullo como esmerada caligrafía:
Historia de España
para uso de
Susana Martín
día 11 de Octubre de 1908”

Y, bajo el texto, pegó una calcomanía de un niño tocando el tambor. 



     Casi setenta años después, y para regocijo general de sus nietos, aún era capaz de responder al pie de la letra a la pregunta con la que se iniciaba la primera lección de su libro de historia:

“P. ¿Quién fue el primer poblador de España?”

Sin menor asomo de duda sobre la veracidad de la respuesta, Susana contestaba:

“R. Túbal, hijo de Jafet y nieto de Noé, se supone que fue el primero que vino a  España en el siglo XXII antes de Jesucristo, y se ignora en qué punto fijó su residencia”.  

     Pero no era esta primera pregunta la que Susana prefería recordar de su libro, sino que los párrafos que con más cariño le gustaba repasar eran los que recogían de forma heroica los mismos sucesos del dos de mayo en Madrid que ella había oído relatar alguna noche a su bisabuela y cuyas huellas permanecían a escasos metros de su casa. Que hubieran sido sus conciudadanos quienes echaron a los franceses, afirmaba en ella un orgullo de madrileña que en su larga vida nunca disminuyó, a pesar de que su madre la hubiera parido en el patio de la carnicería que por entonces tenían sus abuelos en Carabanchel. 


   




       Ese mismo otoño, en una maloliente buhardilla de la calle de las Huertas, Agustina y su hermana Casilda aprendían a leer a la luz de una vela más raquítica que cualquiera de las que hubieran iluminado los cuartos de los gañanes en la casa de su padre después de un día de siega.


(Continuará…)




15 comentarios:

Vanbrugh dijo...

Fantástica historia. Espero que tus hijos respeten ese libro, que es un tesoro. Me ha impresionado especialmente pensar que tú hayas hablado con una mujer, tu abuela, que escuchó de labios de un testigo presencial, su bisabuela, el relato del 2 de mayo de 1808. Tenemos el pasado a la vuelta de la esquina.

Albricias y parabienes por tu reaparición y la resurrección de tu blog. Que dure.

Miroslav Panciutti dijo...

Me sumo a los elogios y deseos de Vanbrugh. El libro que nos traes lo tuve en mis mano en mi infancia. Estaba en la casa donostiarra de mis abuelos maternos; no sé dónde andará ahora, he de preguntar a mi tía que fue la que se quedó con la mayoría de las cosas de sus padres. Me acuerdo que hacia mis diez años una vez le pregunté a mi madre si lo que se contaba en esa Historia de España era verdad, porque me guardaba cierta desconfianza hacia el autor a consecuencia de la frase que ella tanto repetía ("tiene más cuento que Calleja"). Me dijo que sí era verdad, que el Calleja del dicho era otro. Sin embargo, ya de mayor, me enteré que se trataba del mismo, una de las figuras más importantes en la revitalización de la cultura española de la segunda mitad del XIX.

Espero la segunda parte.

Guillermo De Busto dijo...

Bueno, si lo has hecho para enganchar lectores, te ha salido muy bien, no voy a poder dormir hasta que no me entere de lo que hacían Agustina y Casilda quemándose las pestañas en la cutre mansarda madrileña. El comentario de Miroslav me hace pensar en lo pequeña que hace solo un siglo era España: nuestras abuelas todas estudiaban en un mismo libro que Túbal, nada menos, fue el primer graciosillo al que se le ocurrió corretear por la península allá por el 2200 a.C. año más año menos. Calleja fundó un imperio, desde luego, pero es que se encontraba el terreno más o menos como Túbal encontró la España en potencia: desierto y a su disposición. Ah, la intrahistoria, que diría Don Miguel...

Vanbrugh dijo...

Y siendo Túbal nieto de Noé, lo del diluvio tuvo que ser no mucho antes del 2400, aún echándole a aquellos ciudadanos una media de cien o ciento cincuenta años de edad, que al parecer era normal en tiempos bíblicos. No tengo ganas ahora de consultar cuántas generaciones transcurrieron desde Adán hasta Noé, pero la aparición del hombre sobre la tierra caería entonces hacia el año 4000, el 5000 como muy pronto. Y la Creación propiamente dicha, ya sabemos, seis días antes. ¿Tanta paleontología para averiguar lo que ya sabía Calleja?

ALAS dijo...

Copio un comentario recibido en el correo. Su hallazo semántico no tiene desperdicio.

"Hola, buenos días y enhorabuena ante todo por hacer cosas distintas. Que conste que ayer entré en el blog (hasta ahora pensaba que sólo los tenían los petardos del Marca...) y tu última entrada era la de Garzón, así que hasta esta mañana no he podido leer la de la Historia, que es, además de interesante para todos y emotiva para tí, un ejemplo de buena redacción. No obstante, aún a riesgo de que parezca asomar en mí el alma de Registrador que aunque en escasa medida llevo genéticamente dentro (que haga otro el trabajo, que ya pondré yo las comas...), me permito hacer estas puntualizaciones, más que nada para que veas que en efecto lo he leído con atención, y aclarando que no son errores de concepto sino mecanográficos:
- línea 21, dices mejores en lugar de mujeres.
- línea 5ª del tercer párrafo, dices "historia", debes querer decir "Historia de España".
- dos líneas más abajo, antes de los dos puntos, falta la "a" de "caligrafía".
Todos ellos defectos fácilmente susbsanables, lo que supongo que el formato "blog" permite sin problemas.
Ah, y me gusta el título de tu blog "de la toga a la bayeta"...conceptos y términos que supongo que has escogido por ser aparentemente antitéticos ... pero que no lo son tanto como parece, porque sabrás, o lo harás a partir de ahora, que según el diccionario ideológico de Casares (ese tan manido en nuestras entrañables y ya olvidadas partidas de Diccionario) "arrastrar bayetas" aparece definido como "ir, el que pretendía beca en un colegio, a hacer las visitas y los actos de opositor con bonete y hábitos sueltos y arrastrando", y también ""cursar en una universidad". Ante esto, sólo cabe disimular la expresión de estupor y exclamar "madre mía, que hermosa es la lengua castellana, y qué divertido es su diccionario..."
Un beso,"

Cigarra dijo...

Qué maravilla conservar no sólo libros así, sino la memoria de las personas que los usaron! Fíjate que me suena muchísimo la portada. Tengo que mirar entre las antiguallas que rescaté de la casa de los abuelos de mi suegra en Aranjuez, porque me parece que tengo un ejemplar de ese libro.
Me ha encantado cómo cuentas los avances de tu abuela en su educación, menos mal que algunos padres tuvieron el buen sentido de facilitar un poquito las cosas a sus hijas, qué merito tuvieron las mujeres de esa generación.
Esperamos la continuación de la historia, plis, plis

Vanbrugh dijo...

La bayeta se ha quedado para fregar y quitar el polvo, pero los lectores de Galdós y otras antigüedades sabemos que era un tejido con el que se hacían ropas. Así que arrastrar bayetas debía de ser más o menos como si ahora dijéramos arrastrar tergales.

(La descripción del trabajo de un registrador, hecha por quien parece tener motivos para conocerlo, me ha resultado muy instructiva. Que otro haga el trabajo, que ya pondré yo las comas... suena como algo que yo podría hacer... Mi vocación fallida...)

Guillermo De Busto dijo...

No podréis dudar de que hoy estoy abrumado de trabajo, ya estoy otra vez por aquí. La bayeta es una tela de lana, floja y poco tupida en su acepción original del DRAE. En realidad las bayetas que todos hemos visto por casa y que se han quedado con la palabra, las de la segunda acepción del DRAE ("Paño que sirve para limpiar superficies frotándolas") eran en tiempos -y todavía quedan de esas- de algodón, porque la lana para trabajar en mojado no sirve (la bayeta de lana solo va bien para quitar el polvo y sacar el brillo a los muebles de madera, ocupación tan anticuada como ella misma, o a los zapatos, como dice el Girón de mi amigo Lope en Servir a señor discreto). Sobre las virtudes del recio tejido de bayeta, por contraposición a la indecente musolina francesa, recomiendo en cambio la lectura edificante de Don Ramón, Los alcaldes de Novés (1768 o por ahi). Pero pese a los clásicos, me parece que aquí, en el Blog, la bayeta titular es sintética y más espóntex que otra cosa... Sin embargo la bayeta como tejido se sigue usando aunque hayamos perdido el nombre. No de otra cosa son, sin ir más lejos, los forrillos de lana que a veces llevan los impermeables (o gabardinas, otro nombre originariamente de un tipo de tejido, que también pasa por sinécdoque a otra cosa) pues bayeta en realidad es un tejido simple, o tela, compuesto solo por la urdimbre y la trama, sin más refuerzo.
Dios santo, hoy no hay quien me aguante, no sé que he desayunado...

ALAS dijo...

Van: El pasado está tan a la vuelta de la esquina que ya nuestras vivencias de juventud están en los libros de historia.
Y qué decirte de Túbal. Si indagamos un poco por la web parece que fue nada menos que San Isidoro de Sevilla el padre de la idea de que fue un tal Túbal Caín el primer poblador de España...,

Miroslav: Gracias por tu comentario. ¿Qué habría sido de la cultura popular sin el pobre y denostado Calleja?

Guillermo del Busto: Espero tener tiempo para escribir pronto la historia de Agustina. Gracias por el interés.

Cigarra: Pues si, mi abuela tuvo la suerte de poder estudiar, auqnue muy poco. Pra mi asombro, me contaba que sus padres la regañaban cuando la veían con un libro en las manos, les parecía una inútil pérdida de tiempo y una manera de dejar entrar los pájaros en su cabeza,en vez de estar cosiendo, que es lo que debía de hacer. A veces recuerdo esta anécdota cuando me parece que mis hijos pasan demasiado tiempo en el ordenador... Ya ves, la historia se repite y la cultura va evolucionando. ¡CUánto daría yo porque mis hijos estuviesen todo el día con un libro en las manos!

Guillermo, Van, Anómino: ¡Cuánto juego da la bayeta! Grcias por vuestras apotaciones.


Pido perdon a quienes hayan querido comentar y no hayan podido por no estar configurada la cuenta para aceptar comentarios anónimos. Ya está rectifiado gracias a la indicación de Van, siempre atento.

Anónimo dijo...

Qué bueno volver a leerte. Se te echaba de menos. También yo espero la continuación del post.

Y hablando de libros escolares me acuerdo de uno realmente vejestorio que se llamaba 'El libro de España'.

Un petardazo que teníamos que leer por turno todos, en voz alta, de pie, hasta que se nos quebraba la voz.

En síntesis: dos hermanos huerfanitos y medio lelos, con bombachos y gorrilla, Gonzalo y ¿Antonio? que con el pretexto de buscar parientes que los 'arrecogieran' se daban un garbeo por toda España mostrándonos así los usos y costumbres de pasiegos, gallegos, vascos, charros, etc.

Me sería imposible gurdarlo porque también érmos muchos hermanos y supongo que al último le llegó ya hecho una balleta, guiñapo o albofifa.

Y aquellas clases... el encerado, el borrador (un lío de trapos de sotana), la foto de Franco junto a la de Jose Antonio...
Los pupitres o bancos de madera rancia con tapa abatible, el pocito de porcelana para la tinta azulona muy rebajada, los palilleros con plumines Corona, Pelikán y otra marca más. La puñetera tiza grimosa al morder... el papel secante, el olor ácimo de los curas de sotana con brillo del uso...

Jó. Y aquí seguimos de cashondeo sin ninguna merma o trauma.

¿Y los bocatas? Pan con chocolate de barro, fuagrás vomitivo, etc.

Cordialísima bienvenida.

Grillo, (avisado por Van del formato ya cambiado y accesible a anónimos torpes.)

Grillo

Lansky dijo...

Ya era hora...mira que te haces de rogar...¡Bienvenida!

C.C. dijo...

Excelente recomendación de Vanbrugh al hacerme descubrir este blog. Yo también me quedo, con ganas, a la espera de lo que seguirá.

Recuerdo que todavía en los años 60 en los pueblos andaluces, a todos los extranjeros los llamaban "franceses", reminiscencia de la guerra napoleónica.

Cigarra dijo...

Grillo, no es por darte envidia, pero yo conservo un ejemplar de ese "Libro de España" y en muy buen estado. Como bien dices era vomitivo; lleno de heroes, de águilas enormes y yugos y flechas por todas partes. Tremendo.

Después de las cosas que ha dicho el señor Del Busto sobre la bayeta voy a mirar a la mía con otros ojos. Cierto que para limpiar como es debido, nada como el algodón, y no todas esas porquerías sintéticas.
Y por cierto que la nomenclatura textil daría para varios posts, el guipur, la viyella, el tafetán, el moaré, la sarga, el organdí, el cruzadillo, el tul, la cretona, el cheviot,...¡madre mía, qué filón!
Pero antes necesitamos saber qué fue de Casilda y Agustina

Anónimo dijo...

Alas de algodón:

¿nos estás llevando al huerto?

Chica, comentamos y comentamos y no nos llega tu 'continuación'. Si parezco impaciente debe ser por la expectativa creada con tu querdido regreso.

Grillo

SANSON CARRASCO dijo...

Precioso texto, querida Susana y que me ha evocado que no solamente esa Susana vetusta sino tu compañero de trabajo catalán tiene en su memoria lo que leyó en su primer libro de Historia de España (entre 1961 y 1962!!!!) respecto del primer habitante de esta nación-Estado-loquesea, el ínclito Túbal, del que se ignora como dice el libro con acierto, en que comunidad autónoma o nacionalidad sentó sus reales, teniendo tanto para escoger cuando desembarcó en la Península que ese pequeño Andreu o Andreuet, oficialmente Andrés o Andresito, se imaginaba inmensa y vacía de personas y aúin de animales y plantas, por estrenar.
En mi libro y siguiendo sin duda la General Estoria del sabio Rey Alfonso se mencionaba también a su hijo y nieto de Noé, Tarsis, que sin duda tenía querencia por la nacionalidad andaluza pues plantó sus reales en Tartessos, de donde dice el sabio Benedicto que procedían los Tres Reyes...quien lo había de decir y que duro es confesar el atraso de la educación en España cuando uno andaba en pantalón corto y tal vez bastante después.
Gracias por alegrarme el día. Un beso.